Mi bendición... y mi maldición...
El libro quedó abierto, en una página
que aún no tiene una continuación,
quedó escrita a medias, hace 16 años,
sigo esperando porque escribamos en ella nuestras vidas...
Suspendido en el tiempo, anhelando tu regreso,
alimentando cada día de mi vida
algo que no tiene sustento,
espero porque vengas del ayer, amandote en silencio...
Soy un soñador que sigue creyendo en el amor,
porque cada noche vuelvo a encontrarte,
hago lo imposible por no soltarte,
juro que agarro tus manos, pero al fin despierto...
Cada día es así, aferrándome a tu recuerdo,
porque jamás deje de amarte,
ni un solo día de mi vida he concebido vivir sin ti,
pues me acompañas desde que despierto...
El amor que siento por ti me hace pertenecerte,
no puedo estar con nadie ni nadie me interesa,
porque jure amarte eternamente,
cumplo con mi promesa de ser solo tuyo y de nadie más...
Cada amanecer es la misma rutina,
porque siempre te espere,
quizás porque el vacio, que dejaste cuando marchaste,
es tan inmenso que nadie ni nada puede llenarlo,
solo tu tienes mi amor, el que te llevaste un día,
dejándome no solo sin ti... si no también sin mi.
No me arrepiento mi amor, te juro que no,
de amarte como te amo, con la intensidad,
con la inmensidad del universo,
pero por favor, ven solo un momento,
para conversar, para darle un final o una continuación
a esa página que quedó en suspenso...
Fernando Alberto Rodriguez.