lunes, 21 de abril de 2008

Loco inconciente…

Loco inconciente…

Allí estaba ella, sentada junto aquella pared que parecía mas bien, una especie de morada deshabitada desde hace mucho tiempo, con sus ladrillos gastados por la erosión del viento y otros factores ambientales, o tan solo por la ingratitud del tiempo que hace que las cosas sean esporádicas…
Su vestido blanco sobresalía entre la inmensidad de aquella pared de 6 metros por 4 de alto, con ese color rojo-oscuro, ella era una pequeña mancha, diminuta, a lo lejos…
Sus cabellos de un color colorado, su boca tan roja, su piel tan blanca, como una nube a cielo abierto, sus ojos dos lagunas de color celeste, todo eso componía a la criatura mas perfecta, la mas bella que alguien pudo concebir…
Recuerdo que me pare en la otra vereda, desde lejos la admiraba, de vez en cuando recuerdo que murmuraba que la amaba… Porque es verdad… La amaba…
De repente el tiempo parecía detenerse, el viento había dejado de soplar, los árboles de manera espontánea quietos se quedaban, dentro de toda esta confusión vi que se acercaba, de manera lenta, sin apresurarse, ¡Que haré!?, me pregunte en voz baja… Allí estaba ella, como un imán venía hacia mi, no supe que hacer, así que inmóvil me quede… Levanto su mano derecha y me saludo en la prosémica distancia inexistente de 2 metros, vacile, pero con un acto-reflejo, también la salude… Sin darme cuenta había iniciado la comunicación, el miedo se fue convirtiendo en ardor, en una sensación que me quemaba el pecho, que me hacía ser un ser perfecto, pues sonreía a cada momento…
Que emoción tan alucinante, esta de querer besarle… Y ella casi naturalmente hablándome, contándome cosas que a nadie le contaba… Escuchándola, una lágrima se desprendía de sus hermosos ojos, no supe que hacer ante ese cristalito que caía, y me apresure a abrazarla, pues sentía que debía demostrar que ella a mi me importaba…
Cuando la tuve apresada entre mis brazos, ella alejo su cabeza y un beso me dio… ¡ Un beso!, sentir sus labios comprimidos con los míos, como describir esa situación, pues cuando den un beso, fíjense en su sabor… El que ella me dio era de rosas, con un toque de miel, pero con mucho placer…
Y allí estábamos, besándonos en medio de la calle, casi inmutándonos que nadie nos vio, cuando todos pasaban mirando, observando como curiosas criaturas de Dios, a dos personas que se daban un poco de amor…
El beso fue prologándose, llego a hacerse eterno, cuando en realidad unos minutos habían pasado, pensé que había pasado un año… De repente quito sus manos de mi cabeza, se alejo… Me miro, sonrío y me dijo… “Despierta, que ya amaneció, soy solo una ilusión, que debe marchar, porque el amanecer me hará esfumar”…
Una luz blanca cruzo hacia mi cara, era el resplandor del sol de madrugada… Fue allí que entendí que se fue mi amada…

Fernando Alberto Rodriguez...

1 comentario:

Anónimo dijo...

ferrrrrrrrrrrr es hermoso
un canto al amor, peroque triste
Alguno con final feliz????
Pendejo escribis muy bien y me gusta como lo haces, los tenes que publicar, llevo años leyendo cosas asi de vos. Que esperas????