Relato...
Él iba caminando hacia su hogar por una calle sin nadie,
estaba tan desolado el lugar que el susurro del viento
era un amigo inseparable en ese instante de soledad.
En cada farol él se paraba para secarse las lagrimas,
que en conjunción con las gotas de lluvia se mezclaban
y al caer al piso por la gravedad, no se notaban.
Al fin llego a su morada, él empapado se encontraba,
su cara estaba algo cansada, y sus manos temblaban...
Su pelo mojado, sus zapatos llenos de agua, y su ropa
llena de nada lo acompañaban, ya que nadie en su casa
se encontraba...Estaba solo..
En el piso había un gran charco de agua,
él por encima paso y al pasar se vio nítidamente allí,
entonces quiso llorar, porque empezaba a recordar
a su amada, pues el aún hasta el día de hoy...La ama.
Fue hasta su habitación y en las fotos de los dos
ella estaba, al verla de nuevo añoro aquellos momentos,
entonces se sentó, y pidió a Dios su compasión,
pero aún así él lloro...Sentado en la cama,
abrazando una almohada, gritando en el silencio
del recinto, llorando sin consuelo, o tan solo
pidiendo un ruego, él paso la noche...Sufrió.
Las lagrimas que de sus ojos nacían cortaban el aire,
y llenaban de tristeza todo su alrededor,
pero la música de él nacía, con versos hermosos
dirigidos hacia su amor, con el sollozo de un enamorado
loco de pasión, pidiéndole por favor
que vuelva a su lado, para dejar de gritarle...Te amo.
Cuando pensó que todo allí había acabado,
se recostó y se durmió...Pero en sus sueños el la vio,
fue allí cuando el por fin la beso y la amo.
¿Que irónico, no?...Él que hoy ha escrito este relato,
no es más ni menos, el mismo que lo vivío... Fui yo.
Fernando Alberto Rodríguez...
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